Ruinas del castillo de Villamartín

Castillo de Almajar o Matrera

La fortaleza de Matrera, también llamada de Pajarete o de Almajar", está situada en la Sierra de Pajarete, entre Villamartín y Prado del Rey (Cádiz).

Formó parte del amplio cinturón defensivo de la frontera del reino nazarí de Granada frente a la Corona de Castilla. Sus ruinas conforman  actualmente  un  interesante y olvidado yacimiento arqueológico que constituye uno de los principales elementos patrimoniales de la Sierra de Cádiz, toda vez que es un magnífico ejemplo de fortaleza fronteriza, situada en uno de los sectores clave en el proceso de conquista castellana del territorio granadino al final de nuestra Edad Media. 


<img src="orquideas.jpg" alt="Orquídeas moradas"/>

Estaba en contacto  visual con el castillo de Zahara y el punto de vigilancia de Iptuci, que conectaría con Cardela y Aznalmara.  No fueron los musulmanes los primeros en asentarse allí. Aunque falta un estudio arqueológico  sistemático, se han localizado  en superficie restos tartésicos e ibéricos.

Sin embargo,  nada seguro  sabemos hasta la Edad Media.  En 1256 el maestre de la Orden de Calatrava Pedro Yáñez ganó la plaza, la cual fue definitivamente donada a la orden, en 1257, por Alfonso X. Luego, en 1261, sufrió el acoso de los moriscos sublevados en Jerez y fue socorrida, pero se perdió en 1322 cuando el clavero Juan Núñez denuncia a Alfonso XI que el maestre de Calatrava D. Garci Lope «dexó perder algunos castiellos de la orden» . El mismo Alfonso XI cita su reconquista en 1341 '2, y en 1342 es donado a la ciudad de Sevilla, junto con las tierras de su demarcación (el «Campo de Matrera»,  una amplia extensión  de tierras llanas y buenas para el cultivo que hoy conforma el municipio de Villamartín). En 1408 el rey de Granada prepara desde Zahara un ataque que finalmente no pudo llevar a cabo por la intervención del infante don Fernando. De nuevo fue asediada por Mohamed Aben Ozmin, siendo el conde de Arcos quien la defendió.

Debido a la inseguridad del territorio, la población de Matrera sería muy escasa, por lo que era utilizada como lugar de apro­vechamiento de leña y madera, esparto, caza, pasto y sal, arrendándose anualmente  su explotación. Era la zona de Sevilla de mayor riqueza silvopastoril, y como indican los propios contemporáneos  la más provechosa para los ganados:


«... porque tienen agua e yerua todo el año e es más provechoso para traer los dichos ganados. E que todos los otros términos de los palmares  e marismas son poco prouechosos e que  en ellos no se han traido nin se puede traer hatos de vacas ni se criaron  en tienpo alguno, saluo en los dichos cortijos {cortijo del rubio y Alocaz} e en el canpo de Matrera»

En algunas ocasiones no se arrendaría el Campo de Matrera. Las razones de esto pudieron  ser variadas, bien porque  no hubiera  ha­ bido una persona que pujara por su arrendamiento, o porque  la es­ casez de pasto en otras zonas del concejo de Sevilla, debido a la climatología  o la guerra,  aconsejaba dejar libre Matrera a fin de que los ganados entraran  libremente  en esa zona y de esta forma paliar los problemas que podían haber provocado la muerte por inanición del ganado. Así, por ejemplo quedó sin arrendar en el año 1368,  fe­cha  muy  significativa ya que  se produjo un  asalto  granadino a Utrera en plena guerra civil entre Pedro 1 y Enrique de Trastámara:

«La renta de Matrera... No se arrendó,  por lo que se dejó por si era necesario meter los ganados  de la ciudad y su tierra hasta el lunes 3 de enero, era de 1406... »

El fin de la guerra de Granada también facilitaría la posibilidad de asentar en la zona una población estable. En este sentido se volvería a poner en marcha, esta vez con total éxito, el proyecto de crear el lugar de Villamartín, en cuyo término se integraría el Campo de Matrera, como coto cerrado para uso exclusivo de los vecinos de Villamartín que lo roturarían a cambio de no poder llevar sus ganados a los baldíos de Sevilla y su<> y del pago de un censo anual al concejo sevillano.

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